Se le encontró demasiado débil para volar, simplemente encogido en el suelo.
Cuando el pequeño colibrí se metió en algunos problemas, se quedó en el suelo. Estaba aturdido y atrapado, fácil comida para cualquier depredador. Por suerte, dos buenos samaritanos estaban caminando por allí se dieron cuenta de su difícil situación.
Esta es una linda misión de rescate.

Así que un buen samaritano lo acogió y trató de darle de comer un poco de agua con azúcar.

Tomó un poco de persuasión, pero poco a poco el colibrí comenzó a aceptar la comida.

Conseguir un poco de azúcar en su sistema parecía ayudar al pequeño animarse.

Hora tras hora, se hizo más fuerte.

Al poco tiempo, parecía que estaba listo para irse.

Tuvo que ser convencido para que se interesara en algunas flores.

Antes de volar lejos, volvió a mirar hacia sus salvadores como para dar las gracias por sus buenas obras.

No hay comentarios:
Publicar un comentario