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12/10/09

UN SACERDOTE SE INYECTó EL SIDA PARA SOMETERSE A ESTUDIOS CIENTíFICOS



El sufrimiento ajeno puede suponer tal impacto en nuestra conciencia que podemos tomar decisiones disparatadas e imprudentes a los ojos de los demás, una realidad probablemente poco común en la actualidad pero existente que persigue el firme objetivo de mejorar la calidad de vida de personas necesitadas renunciando a la vida de uno mismo.

El Padre Pierino Gelmini, un sacerdote italiano nacido el 20 de enero de 1925, es un claro ejemplo de ello. Dedicado toda su vida al cuidado de drogodependientes, ha prestado ayuda a muchos jóvenes alcanzando las expectativas deseadas en algunos casos y resignándose a presenciar la muerte de otros. Un atroz sentimiento de impotencia y un deseo obstinado de hacer algo más por estos muchachos se anclaron en su interior dejándose llevar por una lluvia de pensamientos e inquietudes que lo llevaron a tomar dos decisiones fundamentales que marcarían su vida y la de muchas personas para siempre.

En febrero de 1963, un joven drogodependiente pedía desesperadamente ayuda al Padre Gelmini en la puerta de la Iglesia. Éste le ofreció ir al hospital pero el joven se negó alegando que no le hacían nada. Finalmente, decidió llevárselo a su casa y cubrir sus necesidades básicas. Probablemente sin ser consciente de ello en ese momento, ese gesto era el inicio de una comunidad que posteriormente nombraría "el encuentro" dedicada a la rehabilitación de drogodependientes.
La muerte y el sufrimiento estaban presentes prácticamente a diario en la vida del Padre Gelmini y sentía que debía dar un paso más. Consciente de que, en muchos casos, la rehabilitación era imposible y la muerte era el único camino que evitaría el sufrimiento de los enfermos, pidió a un equipo médico que le inyectase el virus del SIDA para que investigaran con él la cura contra esta terrible enfermedad.
La Iglesia, si bien es cierto que durante muchos años no ha predicado el ejemplo de Jesucristo, pienso que está recibiendo un trato injusto y constantemente la sometemos a juicio en base a lo ocurrido hace muchos años. Actualmente, como en cualquier ámbito, hay religiosos que viven su vocación de corazón y otros cuya ética y moral son cuestionables, pero ¿es justo que la mayoría sea condenada por las infamias de unos pocos? ¿Te gustaría que valorasen tu trabajo sin tener en cuenta tu entrega y sacrificio? ¿Por qué generalizamos si a nosotros nos gusta que nos traten de forma personalizada y nos valoren por nuestros logros?
fuente:
Elparadigmadelaverdad

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